domingo, 10 de agosto de 2008

"Hormigas en la boca"

Estupenda historia y diseño de personajes... hasta el último tercio.
Después de algunos años desde su estreno en los cines, me enfrentaba a la visión de la última película de un director apreciable como Mariano Barroso con mucho escepticismo, dadas las críticas que había leído entonces y lo desapercibida que pasó por la cartelera, así como los irregulares, parcialmente fallidos últimos trabajos de este realizador, que en realidad son todos menos el primero, Los lobos de Washington.

Sin embargo, la historia me atrapó desde el principio, no sólo por su atractivo en sí misma (cine negro en Cuba con raíces en la situación política de la España más dura de la posguerra civil...), sino también por su tratamiento (flash backs muy bien dosificados) y por sus actores (difícil encontrar un reparto de esas edades mejor, con especial mención al que, quizá con Javier Bardem, es el mejor actor español de mediana edad, como Eduard Fernández, que aquí además disfruta del protagonismo absoluto). También por los buenos diálogos y por la ajustada ambientación, a lo que ayuda la banda sonora.

Pero cuando, por la altura del metraje, parecía que difícilmente podía bajarse de ese buen nivel, y coincidiendo con la desaparición de los flash backs, que en esta cinta no suponen retórica visual modernilla, sino explicaciones necesarias para la comprensión de la historia y de sus personajes, de repente ésta se encamina lineal, directa y precipitadamente hacia un desenlace decepcionante, no sólo por resultar incomprensible la reacción final de Eduard Fernández, a la vista de que ninguna información relevante se nos da acerca del personaje de Ariadna Gil que la pueda motivar, sino también porque uno de los ganchos de la historia es la identificación del espectador con su protagonista y su redentora misión, medio-personal / medio-política, llevada a cabo por encima de cualquier obstáculo, en un entorno hostil, de forma casi suicida. Identificación que sufre un desagradable jarro de agua fría en el desenlace.

Aunque lo habitual es criticar la excesiva extensión de numerosas cintas, en ésta ocurre precisamente todo lo contrario. Falta materia argumental para redondear la historia debidamente, pero también para algo más básico, como es justificar la reacción de los personajes en el último tercio del metraje, en la parte decisiva. Aquí no hay complejas y sofisticadas elipsis, sino lisa y llanamente falta de información para rellenar un guión incompleto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario