viernes, 7 de septiembre de 2007

El urbanismo divino de Santa Teresa de Jesús

Cualquiera se puede imaginar que el desprecio por los bienes y el mobiliario urbano públicos, la ordenación del territorio, la legalidad urbanística y la convivencia vecinal en pueblos y ciudades de España (y, por extensión cultural, de los países hispanoamericanos) puede ser tan viejo como la profesión más antigua del mundo, pero no hay que remontarse tanto en el tiempo para encontrar un precedente de tales actitudes y actuaciones suficientemente antiguo, pero, además, con pedigrí, con un sorprendente pedigrí, atendiendo tanto al prestigio personal e histórico de nuestra protagonista como a la relación en que incurrió con aquellas actividades.

Allá por la mitad del siglo XVI, Teresa de Ávila, la futura santa, harta de la escasa espiritualidad de la vida en el convento abulense en que hizo sus primeros pasos como monja dentro de la orden de las Carmelitas, así como de la pervivencia dentro de sus muros de las diferencias económicas entre las novicias en función de su origen social, decidió fundar un nuevo convento con el fin de poder poner en práctica una nuevas reglas de convivencia y de devoción, a partir de una base económica tan austera como vivir de las limosnas, en lugar del recurso habitual del mecenazgo de algún personaje ilustre, lo que evitaba la dependencia económica y, con ella, la posible corrupción de las costumbres en la vida cotidiana dentro del recinto religioso.

Pues bien, a través de algunos fieles amigos, comenzó a construir el convento en cuestión (San José). Sin embargo, el "veedor de fuentes" de la ciudad, efectuando una inspección por las calles de Ávila (si hoy una ciudad pequeña, entonces constreñida absolutamente a su casco histórico entre las murallas, en torno a los numerosos edificios religiosos que contenía), detectó que la altura que se proyectaba para el convento en obras acabaría impidiendo la llegada de la luz del sol al acueducto que transportaba el agua hasta las fuentes del centro de la ciudad, de donde se proveían los ciudadanos (las mujeres) para su consumo personal, lo que en una ciudad tan fría (de interior y bastante elevada) helaría el torrente durante gran parte del año, malogrando así el suministro a la población.

De ahí que, a raíz del informe del inspector de aguas, el gobierno municipal (Concejo) hizo detener las obras. Sin embargo, Santa Teresa de Jesús desobedeció la orden municipal y entró a residir en el convento junto a otras seguidoras, pese a que su construcción no estaba finalizada, poniendo en práctica esa costumbre urbanística tan hispana consistente en que para qué solicitar las cosas por la vía legal, siguiendo el procedimiento establecido, civilizadamente, si la medida más eficaz para que te acaben dando la razón es utilizar la vía de los hechos consumados: una vez construida o reformada la casa, ya no echa para atrás las cosas ni Dios (y con la santa éste no iba a hacer nada distinto, ¿verdad?...). Ante los requerimientos legales, ella alegó en su favor y el de su obra que ésta ocasionaría más provecho que daño puesto que se hacía para mayor grandeza de Dios. El Concejo de la ciudad, al no tener competencia para tomar medidas más drásticas contra la pía religiosa, acudió al Consejo Real, en espera de cuya resolución Teresa de Jesús tuvo que irse a vivir a su antiguo convento dado que en el litigioso su integridad peligraba seriamente debido a la presión de la parte de la población de la ciudad más exaltada por la posibilidad de que se quedasen sin agua.

Pasaron los meses sin que el Consejo Real acabara de decidir el pleito, tiempo durante el cual la religiosa, no contenta con no renunciar a sus objetivos, fue adquiriendo los inmuebles colindantes. El gobierno municipal de Ávila, no queriendo o no pudiendo soportar las tremendas cargas económicas que suponía mantener los honorarios de los juristas que habían ejercido y estaban manteniendo la acción legal en representación de la ciudad en la capital (Madrid), desistió del proceso, lo que dejó vía libre a la futura santa para salirse con la suya, en un paralelismo en cuanto a sus efectos (no sé en cuanto a sus intenciones) con las tácticas de los alcaldes marbellíes y de casi cualquier otra localidad costera de España en relación con su Consejo contemporáneo, que no es otro que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma de que se trate, que siempre ha tardado varios años en confirmar las sentencias de primera instancia que declaraban ilegales las construcciones denunciadas, y sin haber antes adoptado la medida cautelar de paralizar la obra antes de su conclusión (entre otras razones, por la falta de solicitud de los fiscales), con lo que al final la CC.AA. consideraba que la consecuencia procesal de la decisión final y firme, que era demolir el edificio ilegalmente levantado, conllevaba más perjuicios (la pérdida por parte de los compradores de sus viviendas) que beneficios (la restauración del orden legal quebrantado), por lo que en la ejecución de la sentencia entre la Consejería correspondiente de la CC.AA. y el Tribunal se evitaba la medida más drástica y se acababan regularizando los inmuebles, en un proceso perfectamente previsto por los corruptores (los promotores inmobiliarios) y los corrompidos (los representantes políticos), que de esta forma podían iniciar la tramitación ilegal del procedimiento administrativo, con los hombres de paja que fueran necesarios, sin arriesgar excesivamente.

lunes, 25 de junio de 2007

La proletarización revisitada.

Es un lugar común en las ciencias sociales desde hace años que en las sociedades occidentales desarrolladas (y aun en vías de desarrollo) se imponen las clases medias sobre la clase obrera, tanto en términos cuantitativos como sobre todo cualitativos (culturales), dando lugar a una estabilización social y a una consolidación de la democracia, al menos de la despectivamente considerada por los radicales de izquierda como formal.

En realidad, hoy en día cabe impugnar tal afirmación no solo por el hecho de que la mayoría de la población sigue viviendo en el tercer mundo, lo que se ha acentuado después del fracaso económico de los regímenes descolonizados, sino también porque en los países desarrollados asistimos a una especie de reproletarización, más cultural que económica (aunque también), como resultado tanto de una precarización del mercado de trabajo y de las condiciones laborales subsiguientes, como sobre todo de una acentuación llevada al extremo del seguidismo de las modas, y en concreto de la moda (la ropa y el estilo de vida cotidiano), que surgida en las clases más desfavorecidas, en los barrios más problemáticos, y en los entornos más violentos, como reflejo espontáneo de la frustración de una población vapuleada y escasamente integrada en el grueso de la sociedad, ha sido adoptada estúpidamente por la juventud de las clases medias o medias-altas como signo de una rebeldía de póster en el dormitorio, como una pose dirigida a lavar su probable mala conciencia y conseguir una pátina de modernidad extrema a través de la moda más agresiva que, de seguir los patrones de sus padres o simplemente de su entorno social, no adquirirían ni con catalejo.

De ahí la absurda propagación entre la mayoría de los jóvenes y de no pocos adultos infantilizados de elementos de moda hasta hace poco típicamente confinados en el submundo de los barrios marcados socialmente, como el pelo rapado al uno o incluso al cero, incluso combinado con greñas que surgen exclusivamente de la coronilla; los pendientes (uno o dos), los pantalones de bajos acampanados arrastrándolos por el suelo (aunque puedan costar 15.000 ó 20.000 ptas) y de culo caído hasta extremos desternillantes; gafas de sol que solo habría llevado en su tiempo Starky y/o Hutch (en los horteras años 70) o posteriormente un matón de barrio o un chulo de playa; chanclas por todo calzado, aunque no se esté ni en la playa ni en la piscina; en los hombres, camisetas sin mangas, a veces ni siquiera para mostrar músculos, sino simplemente la deformidad grasienta acumulada después de muchos años de mala vida; gorras con la visera doblada hasta extremos inverosímiles como si estuvieran en Wyoming jugando a un deporte (el baseball) que no conocen; etc.

Combínese este paisaje social con el urbanismo cutre y depredador de las últimas décadas en este país, que ya llovía sobre mojado del procedente de los bloques baratos del desarrollismo franquista y el ensañamiento contra sus fachadas por parte de unos inquilinos de cultura rural, y ya tenemos esa nueva proletarización voluntaria tan jovial que casi todos los prebostes municipales de última hornada no dejan de cuidar y estimular en esas horteras y ruidosas fiestas patronales dignas de un museo de los horrores: consumismo y espectáculo, pan y circo.

domingo, 24 de junio de 2007

La información en la televisión

Hoy, mientras comía, estaba viendo la primera edición del telediario de La Primera. Cuando han terminado la información general para dar paso a la entradilla que anuncia la deportiva, he mirado de reojo el visor de la hora del vídeo: ¡eran las tres y ocho minutos! Ocho minutos de información generalmente identificada como seria. Luego, por boca del locutor principal, me he enterado de la razón: tenían previsto emitir la carrera de motos de 125 centímetros cúbicos correspondiente al mundial, que iba a comenzar en "breves momentos". 

En realidad, ya hace varios años que los telediarios son minimizados, retrasados o eliminados cada vez que coinciden en la misma franja horaria con una retransmisión deportiva, que ya ni tan siquiera debe ser un partido de fútbol: los informativos, arrastrados por los suelos, pero, eso sí, sin ser interrumpidos a los ocho minutos de su comienzo, sino sólo a los diez, como cuando los emiten en los descansos de los partidos de fútbol. ¿Cuál será la siguiente frontera...?

sábado, 23 de junio de 2007

Comienzo

Mis entradas (que no posts) en esta bitácora (que no blog) procederán de distintas inquietudes personales y áreas de conocimiento, que acabarán por dar una visión estrictamente personal acerca de la vida en la sociedad actual, a medio camino entre la primera impresión y la reflexión meditada (segundas impresiones).

Esas inquietudes y conocimientos de los que partiré serán básicamente la información sobre la actualidad, la política, el lenguaje, el cine y las nuevas tecnologías.


Hasta la próxima.