martes, 20 de abril de 2010

Jugadores de fútbol se critican con dureza al mismo tiempo que juegan un partido.



Hasta dos veces en escasas cinco líneas se permite el insigne periodista deportivo Ramón Besa utilizar en la anterior crónica de un partido de fútbol la palabra tralla. ¿Qué habrá querido decir el autor cuando dice que la tralla procede del equipo españolista y que el árbitro dio le dio su bendición (imaginamos que urbi et orbi)? 

Porque no se colige en una primera impresión cómo sería posible que, mientras están jugando al fútbol al ritmo endiablado a que obliga el nivel de la primera división de la Liga de Fútbol Profesional, los jugadores del Español, al unísono, se dedicaran a verter críticas acerbas, de palabra, contra los jugadores del Barcelona - se supone que cada uno de aquéllos contra el más próximo de éstos... -.

Es decir, que ni siendo benévolos y suponiendo como significado de tal palabra la acepción más aproximada  de entre las que ofrece el Diccionario de la RAE (y, probablemente, del Libro de Estilo de El País) - la citada arriba -, podría encontrarse una salida mínimamente airosa a la redacción del cronista. Pero cuando a la incorrección se junta el despropósito de sacar de la calle una expresión tan inequívocamente coloquial  - tirando incluso a barriobajera - para meterla con calzador en un texto periodístico de alcance universal - está disponible en Internet -, la cosa ya se acerca al ridículo.


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